jueves, 30 de abril de 2020

Artesanos de la Guerra



- Por los malditos clavos se han perdido todas las herraduras, una gran parte de los caballos y alguna gente  ¿Ha de creer Vd. que puede ser que no podamos ejecutar el movimiento por estos malditos clavos???
Un contrariado Simón Bolívar se quejaba así en 1824 por la mala calidad de un lote de clavos que habían arruinado las herraduras y cascos de sus caballos, retrasando el itinerario y poniendo en riesgo animales y tropa.
Y es que, como administrador y gerente de todo un ejército, aparte del aspecto estratégico y militar, de justicia, política y diplomacia que rodeaban a la guerra, debía manejar cada uno de los detalles logísticos.
Estribos, frenos, clavos y herraduras de caballos, astas y puntas de lanza, municiones, monturas y aperos, correajes, cartucheras, zapatos, alpargatas y suelas, frazadas, mantas, vestuario, gorras, cantimploras y otros, eran insumos de cuya dotación a tiempo y calidad dependía la comodidad, efectividad y movilidad de los soldados.
Muchos de esos útiles no podían ser improvisados en el camino, por indisponibilidad de materiales o porque su elaboración requería de oficio y maestría especializada. De allí que, mientras se daban las hostilidades, había un creativo y disperso ejército de artesanos que elaboraban artículos y equipos a mano en número de miles.
Muchos desde sus casas o talleres aprovecharon la oportunidad de un mercado para sus productos, otros fueron reclutados para acompañar a la tropa.
En muchas de sus comunicaciones se aprecian solicitudes que involucran a herreros, armeros, carpinteros, zapateros, talabarteros, costureras, sastres y hojalateros.
Algunas veces los encargos carecían de la calidad requerida, o estaban hechos con materiales inadecuados, por lo que llegó a reclamar fuertemente las fallas en el suministro.
Algo tan aparentemente insignificante como esos clavos para fijar las herraduras le dio no pocos dolores de cabeza al Libertador, quien en una oportunidad tuvo que especificar desde el tamaño, grosor y tipo de cabeza hasta el hierro con que debían ser elaborados.

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