Por
Luis
Heraclio Medina Canelón
Insistimos en lo que hemos dicho antes: Hay algunos
personajes que han sido favorecidos de manera desproporcionada por la “historia
oficial” y otros, que han tenido un desempeño excepcional, incluso pagando con la
vida su patriotismo, permanecen olvidados, como si no tuvieran dolientes. Uno
de estos casos fue el de nuestro alcalde, el alcalde de la ciudad de Valencia,
ejecutado en tiempos de Pablo Morillo por ser un audaz servidor de la causa
republicana. Esta es su historia.
Desde 1819 Vicente Guevara venía desempeñando
funciones el el Ayuntamiento valenciano; en ese año lo vemos como “Alcalde
Provincial”. Luego para el año de 1820 Vicente Guevara había sido electo para
el cargo de la primera autoridad civil de la ciudad de Valencia: era “Alcalde
de Primera elección“. Guevara ejercía
sus funciones en materia judicial y administrativa en relativa armonía con la
autoridad militar realista que controlaba todo el centro del país: el general
Pablo Morillo “el Pacificador”, quien pasaba largas temporadas en Valencia,
donde se había vendido a recuperar de una grave herida de lanza sufrida en la
batalla de
Morillo ocupaba su tiempo entre Valencia y Las
Trincheras, entre aliviar su salud y por otra parte aprovechaba para alistar el
ejército para la campaña que se iniciaría pronto y a utilizar a los ingenieros
militares y a los rebeldes prisioneros en fomentar obras para el desarrollo de
la provincia: el primer puente de Valencia, la segunda torre de la catedral, un
nuevo cementerio, el empedrado de las calles, etc. Por su parte Guevara no evidenciaba sus
simpatías por la república, sino que mas bien era una especie de “doble agente”
que simulaba simpatías por la causa monárquica. Morillo llegó a escribir, que
incluso tuvo buena amistad con el alcalde valenciano, quien no había
manifestado nunca su parcialidad hacia el bando republicano. Incluso Guevara, junto a centenares de
funcionarios municipales de toda Venezuela había firmado en Marzo de 1819 un “Manifiesto
de las Provincias de Venezuela a Todas las Naciones Civilizadas de
Pero tras bastidores el alcalde valenciano participaba
en una seria conspiración en contra del régimen realista. A las afueras de
Valencia, en el sector conocido como Mucuraparo, sigilosamente se había
organizado una guerrilla entre cien y ciento cincuenta combatientes,
completamente ignorado por las autoridades monárquicas. En las narices de los
realistas y sin que se hubieran dado cuenta, se preparaba un sorpresivo ataque.
El jefe de la tropa republicana era un tal Rosales, del Tinaco y continuamente
recibían bastimentos y reclutas de Valencia.
No era solamente el alcalde Guevara el valenciano que conspiraba contra
Morillo; gran cantidad de personas principales de la ciudad estaban implicadas
en el plan, que consistía en aprovechar un momento en que la guarnición
estuviera disminuida por haber salido de la plaza, para tomar por asalto la
ciudad, para lo cual tenian espías observando continuamente los movimientos del
ejército realista. El “Correo del Orinoco”, días después de estos hechos llegó
a mencionar que el plan incluiría incluso, matar a Morillo y todo su estado
mayor:
“Se aguardaba a Morillo en Caracas para jurar
Entre las docenas de conspiradores se encontraban
también varias de las damas de lo más importante de la ciudad como Josefa Antonia
(Chepita) Zavaleta Gedler, Francisca Sandoval y sus hijas, y caballeros como Carlos
Sandoval, Manuel Sulbaran, José Herrera, Vicente Noguera, José Torres
Nirgueño, Juan Ambrosio Velazquez, Reyes Rojas, Prudencio Prado, Francisco Pacheco, Gregorio Mota, Vicente Torres,
Basilio Jimenez, Juan Antonio Cirilo Lopez,
Felipe Malpica y Rafael Espinosa.
Nombres estos que aquí recordamos y que no deben perderse en el olvido.
Pero un aciago día
de finales de febrero de aquel 1820 es interceptada una correspondencia que
llevaba un negro esclavo de nombre Juan Pablo Gogorza, el cual al ser
interrogado comenzó a delatar a sus dueños. Así sucesivamente fueron capturados
uno tras otro los conjurados y las pruebas de la implicación del alcalde
Guevara resultaron abrumadoras.
A diferencia de sus
antecesores (Bóves y Monteverde), que hacían una guerra totalmente bárbara y
salvaje, Morillo era un militar de carrera, apegado a la ley y por lo tanto
hizo iniciar el proceso judicial en contra de los detenidos, lo que se llama un
“juicio de infidencia”, es decir, por delitos contra la lealtad al rey. Los
detenidos fueron acusados de traición, espionaje, deserción, etc., cada uno de
acuerdo a su implicación en el asunto.
En el transcurso del juicio Vicente Guevara conservó la serenidad y no declaró nada que le favoreciera, prefirió guardar silencio. En el proceso judicial declararon en contra del alcalde el esclavo Francisco Antionio Mesa, quien dijo que Guevara le había entregado varias comunicaciones para los sublevados, Nadal que confesó que era uno de los correos entre Guevara y el campamento republicano, Sulbarán también confesó que había estado en el campamento revolucionario donde escuchó que Guevara era uno de los comprometidos, Noguera declaró que el alcalde lo había obligado a llevar comunicaciones a los alzados. El alcade fue careado con los testigos y no le quedó más remedio que guardar silencio.
El
Consejo de Guerra sentenció a buena parte de los acusados, se condenó a muerte
a varios de ellos, a prisión a algunos y otros al destierro. El Alcadle Vicente Guevara, por ser uno de
los más gravemente implicados y por su alto cargo fue condenado a muerte por el
delíto de “alta traición”. Morillo, como instancia superior, confirmó la
condena pero le ofreció al alcalde condonarle la pena si delataba a otros
conspiradores que no habían sido descubiertos. Según recuerda el propio Morillo*,
la respuesta del prócer civil fue contundente:
“Bendito sea Dios¡
Se que voy a morir¡ No hay que aflojar hasta que no quede ningún godo¡ Por cada
uno de nosotros que muere es un quintal de ira mas que posee mi corazón hacia
esos malvados¡”
Guevara se confesó
con el padre José Antonio Monagas y fue llevado al paredón. Así lo reseñaba en aquellos días el “Correo
del Orinoco” Nro. 69 de fecha 1erp de julio
de 1820 :
“Dicen que la revolución de Valencia tenía muchas
ramificaciones: han ejecutado a nueve, siendo uno de ellos el Alcalde Don
Vicente Guevara, han desterrado a varias Señoras,
Y en otro aparte, el mismo “Correo”:
“Fueron nueve los
ejecutados, aunque de gente visible solamente Vicente Guevara que subió al
patíbulo con la gloria de no haber comprometido a ninguno a pesar de que le
ofrecieron ponerlo en libertad si lo hacía pero este digno colombiano murió como
héroe”**
Otros ocho
patriotas también fueron fusilados. Poco tiempo después Morillo indultó a
algunos y rebajó las penas a otros.
El alcalde Vicente
Guevara representa al prócer civil, que desde su lugar en la sociedad trabajó
activamente por la independencia hasta el último sacrificio. Es una muestra
excepcional de que la guerra no sólo se
libraba por los militares en el campo de batalla, sino que tras las líneas
hombres y mujeres sin uniforme cumplían con su deber para que los combatientes
en el frente lograran sus objetivos. No existe en Valencia, en Carabobo ni en
ninguna otra parte de Venezuela un solo recordatorio de Vicente Guevara, ni de
FUENTES:
Colomine, Luis
Alfredo “Venezuela y Sus Próceres” Caracas, 1974
**”Correo del
Orinoco” Nro. 69. 1ero de Julio 1820
“Manifiesto de las Provincias de Venezuela a Todas las
Naciones Civilizadas de
*Morillo, Palbo “Manifiesto que hace a
WEB FUENTES
Actas del
Ayuntamiento de Valencia en http://dspace.bolivarium.usb.ve/