sábado, 29 de agosto de 2020

Josefa Zavaleta: Mitos y Realidades

 


Por

Luis Heraclio Medina Canelon

En las lecturas de nuestra historia encontramos una serie de personajes y narraciones que se cuentan y repiten pero que muchas veces tienen pocos basamentos reales y adolecen de serios errores, confusiones e interpretaciones equívocas, por eso lo mejor es acudir a las fuentes directas, los documentos, cartas, actas, expedientes y periódicos y las narraciones de los propios protagonistas, que al ser los inmediatos a los hechos y personajes, por razones obvias son lo más preciso que podemos encontrar. Muchos de los relatos de nuestros cronistas vienen de lo que les contaban los nietos o biznietos de aquellos protagonistas de la historia y como es natural se confunden unos hechos con otros y se tergiversan situaciones que llevan a los errores narrados.

En la crónica, la historia y la leyenda valenciana tenemos varias heroínas, la más famosa es sin duda Josefa Zavaleta, conocida de un tiempo para acá como “La Zabaleta”. Sobre ella nos toca hoy hacer algunas precisiones y poner en duda algunos datos que quizás no tengan fundamento.

 SU VERDADERO NOMBRE

Según Luisa Galíndez nació en Valencia el 6 de julio de 1789 mientras que otras fuentes señalan su nacimiento en 1784. Sus padres fueron un conocido comerciante de esta ciudad llamado Manuel Zavaleta y su madre una señora danesa de nombre María Josefa Gedler. Los ilustres cronistas del siglo XX como Luis Alberto Colomine,  Luis Taborda, Luisa Galíndez y  Guillermo Mujica Sevilla, por ejemplo, la nombran “María Josefa conocida como la Zabaleta”. Ahora bien, quien se llamaba María Josefa era la madre de nuestro personaje: la señora María Josefa Gedler. Pero su verdadero nombre resulta ser Josefa Antonia, no María Josefa. Así la identifica su hija María Teresa en los documentos de solicitud de una pensión al Montepío de los huérfanos, viudas y demás deudos de los militares que pelearon en la independencia. En cuanto al apellido vemos que los cronistas (a excepción de Luis Taborda) escriben “Zabaleta”. pero en los documentos de la época se escribe el apellido de  nuestro personaje “Zavaleta”; en efecto así figura el apellido de la dama tanto en documentos realistas como republicanos: El general Pablo Morillo en un remitido público fechado en Cuartel general de Valencia 6 de Setiembre de 1820 (impreso ese año por primera vez en Caracas y luego reimpreso en Madrid, ese mismo año) así lo escribe y en Correo del Orinoco, órgano oficial de los patriotas también escriben su apellido como “Zavaleta”. Por lo tanto nosotros, en principio, somos partidarios de utilizar la grafía de realistas y republicanos en el siglo XIX.

SU SOBRENOMBRE

En los documentos antiguos no hemos encontrado que la llamen “La Zabaleta”, como hacen l mios escritores del siglo XX, pero sorpresivamente hemos encontrado otro apodo  de nuestra heroína, que parece no conocieron los historiadores de nuestro inmediato pasado: Reiteradamente en el Correo del Orinoco la llaman “La Chepita” (Chepita es un diminutivo de Josefa). Así en el periódico republicano de  se transcribe una carta particular fechada en Puerto Cabello el 17 de Julio de 1820 que dice:

La Chepita Zavaleta, Mesa (de Bailadores) y otros salen desterrados”

Y en  otra nota:

La Chepita Zavaleta está ya en Curazao, y lo mismo Mesa con su  muger (sic) Concha Landaeta, otras varias Señoras del mismo Valencia se dice que las han confinado a varios puntos de la Provincia

Es evidente por el uso que hace “El Correo del Orinoco” que Doña Josefa era conocida con su sobrenombre y que era un personaje de renombre de la ciudad; de allí que sea siempre a la primera que mencionan.

SU VIDA PRIVADA

Josefa se casa febrero de 1807 en Puerto Cabello con quien mas tarde será comandante de artillería republicana Francisco de Paula Tinoco de Castilla y Agreda. Tiene a sus hijos Gerónimo y María Antonia Tinoco Zavaleta  en esa ciudad.  Por el hecho de haberse casado y por haber tenido a sus dos hijos en Puerto Cabello deducimos que era en esa ciudad donde había establecido su hogar y no en Valencia. En Septiembre de 1813 su esposo, el comandante Tinoco, muere de un cañonazo mientras ataca Puerto Cabello. En 1814 “Chepita” habría recibido en herencia de su tío el padre Landaeta su famosa casa en el lado oeste de la Plaza Mayor, hoy llamado bulevar oeste de la Plaza Bolívar, al lado de donde estuvo la “Casa Consistorial” y luego el “Palacio Muncipal”. Mas adelante contrajo segundas nupcias con Juan Manuel Arrubla (o Arrubia).

SUS ACTUACIONES

Sin duda los hechos de armas más recordados en Valencia son los dos terribles sitios de la ciudad en 1814.  El primero enfrentado con éxito por Urdaneta y el segundo en el cual la tropa de Bóves ejecutó una horrible matanza de los vencidos y rendidos. Estos dos episodios han quedado grabados en la conciencia colectiva de Valencia y quizás por eso es que se pretende vincular a ellos cualquier personaje o circunstancia. Seguramente es por esa razón que se atribuye a La Chepita Zavaleta haber actuado en el sitio de Valencia…hasta la mencionan socorriendo heridos y refrescando cañones… ¿pero realmente hay referencias históricas a su actuación durante los sitios? Los cronistas (Luis Taborda, Luisa Galíndez, Mujica Sevilla) la colocan en el hecho, pero sin dar mayores detalles, pero analicemos: La mejor crónica del primer sitio de Valencia nos la trae nada menos que su principal protagonista: El general Rafael Urdaneta, comandante de la sitiada ciudad, en sus “Memorias”. Allí nos da los pormenores de la heróica resistencia y nos habla de una mujer que tuvo un desempeño muy especial, pagando con su vida su valor. ¿su nombre? ANGELA LAMAS, prácticamente olvidada por los cronistas. Urdaneta para nada menciona a Josefa Antonia Zavaleta. Otro de los testigos presenciales de ese episodio, el coronel republicano José de Austria, en su “Historia Militar de Venezuela” relata los hechos que vivió y presenció en aquel asedio. Tampoco menciona a Josefa Zabaleta, pero si recuerda a la heroína olvidada, Angela Lamas:

“…Señor Arzobispo Coll y Pratt, que también sufrió los horrores de aquel sitio, en el cual perdieron los independientes sobre doscientos hombres entre muertos y heridos, siendo de los primeros la Sra. Angela Lámas que, junto con otras de su sexo prestó importantes servicios á los defensores de la plaza, el Capitán Sanz y otros valientes oficiales.”

 Por el contrario Luis Alberto Colomine que tiene un brillante resumen biográfico de los próceres, cuando trata sobre Josefa Zavaleta no le atribuye ninguna participación en los asedios a la ciudad. Creemos que la vinculación de nuestro personaje al sitio de Valencia  es un error o una ligereza de algunos cronistas originada en la confusión de ese importante suceso con otro que viene después y que comentaremos seguidamente. Los cronistas traspolaron la actuación de Chepita Zavaleta en 1820 y la colocaron en los sitios de Valencia siete años antes en 1814.

EL COMPLOT

Años después de los asedios de Valencia, Bolívar y los republicanos habían sufrido un desastre en la batalla de La Puerta, se habían retirado a Nueva Granada y prácticamente toda Venezuela estaba en manos del general Pablo Morillo “El Pacificador” desde 1818. Ciertamente el veterano general español había “pacificado” a la provincia insurgente estableciendo su cuartel general en nuestra ciudad, donde aprovechando a sus ingenieros militares y la mano de obra gratis que le ofrecían sus numerosos prisioneros se encargaba de fomentar mejoras en Valencia. De allí surgieron el famoso Puente Morillo, el Cementerio nuevo, la Torre Sur de la Catedral de la ciudad, el empedrado de las calles, etc. No se habían registrado combates desde dos años atrás en la región de Carabobo y se vivía un ambiente de aparente paz y normalidad en la ciudad. La joven viuda Josefa, por su parte, había contraído segundas nupcias con el señor Juan Manuel Arrubia y parece que llevó a vivir con ella a un adolescente hijo de su difunto esposo (anterior a su matrimonio) de nombre José Cecilio Tinoco Reyna.


Pero la “normalidad” era sólo aparente.  Para Marzo de 1820 a pocas leguas de Valencia, en las inmediaciones de Tocuyito en un lugar llamado Mucuraparo y casi en las narices de Morillo, de manera subrepticia se había concentrado una guerrilla de unos ciento cincuenta hombres, que planeaban un asalto de la ciudad, al primer momento que la guarnición abandonara la capital y Valencia quedara con unas defensas reducidas. Según contaba meses después el “Correo del Orinoco” el plan incluía matar a Morillo y a todo su estado mayor:  

“Se aguardaba a Morillo en Caracas para jurar la Constitución, pero aseguran está muy azarado porque dicen que la conspiración era para asesinarlo a él y su plana mayor; lo cierto es que nadie sabe los pormenores de tal revolución…”

(Correo del Orinoco Nro. 69, 1ero de Julio de 1820)

En el plan estaban implicados, aparte de los guerrilleros concentrados en Mucuraparo, gran cantidad de personas de la ciudad, entre ellas de lo mas principal, incluso el alcalde de la Valencia Vicente Guevara, algunos militares y varias damas, de ellas la más comprometida era nada menos que “La Chepita” Zavaleta, que había financiado el golpe, reclutado combatientes y coordinado las acciones en su casa y en casa de otras matronas valencianas.

Pero resulta que una correspondencia entre la gente de la ciudad y los alzados es interceptada por las fuerzas de Morillo y se van hilando cabos, interrogando a sospechosos y queda desbaratada toda la conspiración. Morillo ordena instalarse un consejo de guerra que enjuicia a todos los detenidos. Varios hombres son condenados a muerte y fusilados. Las pruebas en contra de “La Chepita” son abrumadoras y Morillo la condena al destierro, para donde parte con su familia.

En su “Manifiesto al Rey” fechado en Valencia 6 de septiembre de 1820 el general Morillo se refiere a las declaraciones de los testigos y de los implicados que comprometen a Doña Josefa:

“fue aprehendido Francisco Antonio , esclavo de don Salvador Mesa  y declaro que también había conducido cien pesos remitidos por la señora Zavaleta para sostener la gente…”

“…que habia visto reunirse en casa de dona Francisca Sandoval á doña Josefa Zavaleta con otras varias personas para hablar de noticias favorables á los disidentes…”

Otro testigo declaró:

“había conducido dos cartas para el dicho Rosales, entregadas por una señora que vivía en la plaza en casa de don Manuel Zavaleta, siendo en ambas ocasiones gratificado por ella.”

El mismo Pablo Morillo, refiere la sentencia de “La Chepita” Zavaleta en estos terminos:

“Doña Josefa Zavaleta por la reunión que tenia en la casa de la Sandoval para hablar contra la causa de la nación española con gravísimo perjuicio de su buen servicio: por la remesa de 100 pesos que hizo á Rosales: por haber dado por dos ocasiones cartas á Herrera para que las llevase á este  y por la generalidad con que todos los testigos manifestaron que era entre la partida reconocida por su protectora, á la expatriación del territorio español…”



Los viejos cronistas señalan que Josefa fue enviada a Jamaica, pero tanto Morillo como  “El Correo del Orinoco” nos dicen que su sitio de destino fue Curazao, Así Morillo al señalar las medidas de gracia luego de juramentarse la constitución española:

“fueron puestas en plena libertad por orden de S. E . el general en gefe con el plausible motivo de la publicación y juramento de la Constitución política de la monarquía; y todos se hallan ya en sus casas á excepción de doña Josefa Zavaleta, que no ha vuelto de la Isla de Curazao, en donde reside con su marido”

El Correo del Orinoco:

La Chepita Zavaleta está ya en Curazao, lo mismo que Mesa con su muger”

Estos hechos sumamente graves y notorios, de gran importancia histórica son totalmente ignorados por Galíndez, Mujica Sevilla y Taborda, quienes seguramente escribieron en base a tradiciones orales que confundieron los hechos del año 14 donde no tuvo intervención Josefa con los del año 20 que causaron su enjuiciamiento y expulsión del país. De hecho Luisa Galíndez apenas menciona someramente el juicio al que denomina “un tribunal de la horca”, pero no explica para nada los motivos del juicio. Luis Alberto Colomine si la ubica en el golpe contra Morillo.

Posterior al destierro, Josefa Zavaleta de Arrubia se trasladó con sus menores hijos a la Nueva Granada, de donde era oriundo su esposo. Allí estableció su hogar, siempre en contacto con los militares republicanos. Carmelo Fernández Páez, el sobrino de José Antonio Páez, militar y artista, recuerda las atenciones recibidas por la dama en su residencia de Bogotá:

“…quedé en aquel cuerpo de guarnición con otras tropas, en Bogotá, donde fuí acometido de una grave disentería, de la que me salvé, a favor de la asistencia esmerada que recibí en la casa de la Señora Josefa Zabaleta de Arrubla, venezolana que gozaba de una posición respetable y distinguida en aquella capital, viuda que fué el Tente. Coronel Tinoco que murió en 1813 en el sitio de Puerto Cabello. En obsequio de la justicia y de la gratitud, debo decir, que los servicios que recibí en la casa de la Señora Zabaleta, los debo a la recomendación que de mí hizo el General Laurencio Silva, que en aquellos días pasó por Bogotá, en viaje para el cuartel general Libertador. No me conocían ni el expresado General ni la Señora Zabaleta, y me inclino a creer que además del espíritu beneficente de aquellas personas, obraría también en su ánimo el ser yo sobrino del General Páez”.

Luce más romántica la epopeya de la dama buscando agua en el Cabriales  que la trama del magnicido contra Pablo Morillo, pero las evidencias históricas nos señalan que fue en el complot de 1820 y no en los asedios de 1814 donde Pepita Zavaleta tuvo un papel estelar. No nos cabe duda.

 FUENTES

Alcántara Borges, Armando. “Sendero de Carabobo” Ediciones del Gobierno de Carabobo, Valencia 1992

Austria, José de “Bosquejo de la historia militar de Venezuela en la guerra de su independencia 1855  Imprenta y Libreria de Carreño Hermanos. Caracas

Colomine, Luis Alfredo. “Venezuela y Sus Próceres” Caracas. 1974

Galindez, Luisa, “Historia de Valencia “

Morillo, Pablo. “Manifiesto que hace a la Nación Española el Teniente General Don Pablo Morillo Conde de Cartagena, Marqués de La Puerta, y General en Gefe del Ejercito Expediconario de Costa Firme” Imprenta Calle de la Greda. Madrid. 1821

Taborda, Luis. “Daguerrotipo del Recuerdo” Tipografía Paris en América. Valencia, 1975




 

 

sábado, 8 de agosto de 2020

Rita ¿una borracha o una sonsacadora?

 

Por

Luis Heraclio Medina Canelón

No hay como ir a las fuentes directas de la historia: leer las memorias de los protagonistas, los diarios o revistas de la época, la correspondencia y los expedientes o informes oficiales.  De muchos de estos documentos podemos extraer ese sabor de la vida cotidiana, esas vivencias humanas que muchas veces los historiadores dejan de lado para dedicarse a las cifras de gran significación, a los grandes hechos, que al final terminan deshumanizando la historia.  La historia es el transcurrir de la vida de los hombres y las mujeres, sin su parte humana pierde todo sentido.  Y entre las mujeres se habla de las honorables señoras, madres y esposas de los personajes principales, de sus hermanas y de sus hijas.  Pero también aquellas mujeres que no tuvieron una vida tan honorable dieron que hacer en los tiempos de la emancipación.

Leyendo los expedientes judiciales de la época de  la independencia que corren en los archivos del Conde de Torrepando (el mariscal Miguel de La Torre) encontramos la curiosa historia de Rita.

Todo nos hace pensar que Rita Quiteria era una de las "chicas malas" del Puerto

No sabemos mucho de ella, su nombre, según las actas que guardó La Torre, era Rita Quiteria. No la mencionan como “doña”, lo que ya es un indicativo de su condición social, no era de origen noble sino mas bien baja,  seguramente.  Era Noviembre de 1821. Cinco meses atrás el mariscal La Torre había sido derrotado en la batalla de Carabobo y con los restos de su ejército resistía en Puerto Cabello. Allí estaba los batallónes Valencey, Navarra, Hostalrich, y varios centenares de jinetes criollos realistas, entre otros. A poca distancia en Valencia estaba el ejército republicano, con Páez a la cabeza.  En Puerto Cabello convivían los soldados con los moradores de la población, con el natural intercambio social de una ciudad amurallada con los vecinos cercanos que sólo era sobresaltado cuando alguna columna salía de las murallas a intentar alguna operación.. El día 4 el general recibe la denuncia del oficial Tomas de Landa, teniente de la compañía de Cazadores de Navarra, quien le informa que una mujer llamada Rita Quiteria ha tratado de seducir a varios oficiales realistas para que se pasen al lado republicano escapando a Valencia.  En el acto La Torre designa a un fiscal para el caso, que resulta ser José 

Vera y como escribano a Tomas Allende, sargento del Batallón de Navarra.

En la secuela del proceso son declarados Tomas de Landa, Andrés Varela, teniente del Navarra, Juan de la Cruz Ozores, ayudante del Lanceros del Rey, Fernando Piñatel, subteniente del Regimiento del Rey y el civil José Tomás Olivar.

Don Miguel de La Torre

El fiscal ordenó la detención de la imputada, en virtud de las declaraciones de los oficiales y de la propia confesión de la mujer.  Luego de pasado el expediente a La Torre y al auditor Hernández de Armas, se ordenó ampliar las investigaciones e interrogar nuevamente a los testigos “para comprobar si la acusada estaba ebria en aquellos momentos”. Finalmente y en consideración a los nuevos interrogatorios se decidió que Rita fuera pasada al hospital militar.  De allí presumimos nosotros que Rita no era una chica de muy buen comportamiento, ya que andaba bebiendo licor hasta emborracharse con un grupo de soldados, cosa que en aquellos tiempos no debía ser muy bien vista. Seguramente producto del efecto del licor Rita habló de más y se le ocurrió invitar a los soldados a que desertaran.  Era común que en los tempranos años del siglo XIX las “pecadoras públicas”,  como se les llamaba, fueran internadas por la autoridad en los hospitales de aquellos tiempos, que servían de hospicio a los más pobres, ya que quienes tenían una regular posición económica eran tratados de sus dolencias en sus casas. En ese sentido Oviedo y Baños escribía que los primeros hospitales servían de reclusión:

“a las que por escandalosas necesitan de castigo su liviandad”

así como a

“las mujeres en pleitos con sus maridos y a las públicas pecadoras”

 

Las declaraciones de todos indicaban que estaba borracha ¿un ardid?

Era muy difícil que se ordenada que una dama de buena conducta fuera confinada en un hospital; ya que cualquier dolencia de una dama era tratada en su hogar; de allí es que deducimos que Rita Quiteria demostraba una mala conducta.  El 9 había concluido todo el proceso. A Rita la considerarían simplemente una chica “liviana” o “pública pecadora” que había cometido una grave imprudencia por andar en borracheras hablando cosas indebidas y se salvó de lo que pudo ser una severa condena por el delito de infidencia (falta de lealtad al Rey). Nos quedan las dudas: ¿La supuesta borrachera de Rita sería un ardid para librarse de un castigo por el delito cometido? ¿Era en verdad una partidaria de la república que pretendía sumar adeptos a la causa? ¿o en verdad sólo era una mujer embriagada que habló mas de la cuenta a quienes no debía?

FUENTES:

Escalona, Roger. “Los Antiguos Hospitales de Caracas”. Revistad e la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina. Caracas

Leon Tello, Pilar.  “EL EJERCITO EXPEDICIONARIO DE COSTA FIRME DOCUMENTOS DEL CONDE DE TORREPANDO CONSERVADOS EN EL ARCHIVO HISTORICO NACIONAL” Real Academia de la Historia, Madrid. 1985